ANTÍDOTO CAMAGÜEYANO CONTRA EL PESIMISMO

Todos los trabajadores se pusieron de inmediato en función de recoger las tejas que el viento arrancó del techo de las naves para su reutilización. Foto: Miguel Febles Hernández

febles@granma.cu 15 sep de 2017

Cada una de las bases productivas del Camagüey está impuesta de lo indispensable que resulta acelerar (no entretenerse en asuntos secundarios), la recogida de cuantas viandas o frutas queden aún en los campos y sirvan, una vez clasificadas, lo mismo para el consumo humano que animal.

CAMAGÜEY.–En toda la extensa geografía de esta provincia, sobre todo en el sector agropecuario, cobra fuerza con el paso de los días un concepto tajante y aleccionador: más que hablar de Irma, sus destrozos y pérdidas por doquier, solo se admite mencionar un huracán y es el del trabajo.

Esa es la filosofía que gana terreno en estas llanuras para espantar de cuajo las lamentaciones, el pesimismo y la inacción, a veces tan dañinos o más que las mortíferas rachas del organismo tropical en su destructiva «excursión» otoñal a lo largo de toda la costa norte de Cuba.

En su condición de presidente del Consejo de Defensa Provincial, así lo ha ratificado Jorge Luis Tapia Fonseca, quien al tanto de los cuantiosos daños en el sector agropecuario, pero seguro de su capacidad de respuesta, deja claro que ninguno de los compromisos productivos de la provincia tendrá variación alguna.

Y es que la estrategia está bien definida: después del golpe al mentón que representó ver cómo se perdieron meses de entrega en la creación de nuevos polos vianderos, todos los recursos, humanos y materiales, se vuelcan ahora a la recuperación y a la ejecución de un programa urgente de producción de alimentos.

En los campos camagüeyanos se acelera la recogida de cuantas viandas y frutas se puedan aprovechar. Foto: Miguel Febles Hernández

COSECHAR, REHABILITAR Y SALIR ADELANTE
Cada una de las bases productivas del Camagüey está impuesta de lo indispensable que resulta acelerar (no entretenerse en asuntos secundarios), la recogida de cuantas viandas o frutas queden aún en los campos y sirvan, una vez clasificadas, lo mismo para el consumo humano que animal.

«Esto hay que hacerlo, sobre todo en el plátano, con mucha agilidad, pues cada segundo de demora en las labores de rehabilitación puede resultar nefasto para la plantación», advierte, machete en mano, Odelio Rojas Gómez, trabajador del polo productivo Las Flores, en Nuevitas.

Con el experimentado platanero coincide Carlos Hidalgo Rodríguez, presidente de la cooperativa Niceto Pérez, ubicada en la zona, quien ha trasladado a sus asociados la necesidad de salir a combatir, que es igual a aprovechar la humedad del suelo para preparar la tierra y reiniciar las faenas de siembra.

«Esa debe ser hoy la manera de actuar de cada campesino, comenta, en el sentido también de emplear óptimamente los recursos, esmerarse en hacer bien las cosas, sin chapucerías, y aportar todo cuanto pueda para minimizar, en lo posible, el déficit que debe producirse en algunos tipos de viandas».

Hernando Gutiérrez Rodríguez, director de la Empresa Agropecuaria de Nuevitas, explica que con ese fin se reajusta el plan de la campaña de frío, no para hacer menos, sino para crecer en hectáreas y en variedades, escalonar las siembras y aplicar alternativas que se traduzcan en más alimentos para el pueblo.

En los campos camagüeyanos se acelera la recogida de cuantas viandas y frutas se puedan aprovechar. Foto: Miguel Febles Hernández

ESTO SE RESUELVE ENTRE NOSOTROS
Persuadidos de que no habrá milagro alguno, solo el fruto de sus propios esfuerzos, los vaqueros camagüeyanos aprovechan el beneficio del agua y la mejoría en los pastos para cerrar a todo tren en los últimos cuatro meses del año una campaña lechera que debe estar en el orden de los 88 millones de litros vendidos a la industria.

Tampoco quedan atrás los porcicultores, empeñados en resarcir cuanto antes los daños en las unidades especializadas, en las instalaciones de productores individuales y en la fábrica de pienso, para reiniciar el acopio de cerdos y no poner en peligro el crecimiento planificado en la entrega de carne.

Mucho menos renunciarán los trabajadores de la Unidad Apícola Camagüey a las 700 toneladas comprometidas de miel de abeja, a partir de la decisión de asumir, en el centro y sur de la provincia, lo que se deje de producir en los cuatro municipios del norte tras perderse prácticamente toda la floración costera.

«Esto se resuelve entre nosotros», asegura Yoandri Abad Escobar, director de la Empresa Avícola, al referirse a los trabajos que se ejecutan, con el apoyo de dos brigadas de techadores de Santiago de Cuba y de Guantánamo, para proteger los lotes de aves e incrementar de manera gradual la producción de huevos.

«Aquí no se perdió un minuto: mientras se recogía toda la teja que voló y se enderezaba para su reutilización, las mujeres se encargaron de garantizar la comida y el agua para las gallinas», agrega Santiago Sierra Pupo, administrador de la granja Antonio Suárez, del municipio de Minas.

Con más de 314 000 ponedoras, ese territorio es el responsable de la distribución de huevos a todo el circuito norte de Camagüey, por lo que, además de la reparación de las cubiertas, se sanean las unidades para evitar complicaciones en la situación higiénico-epidemiológica y reducir las muertes de animales.

Buena parte del cítrico caído en Sierra de Cubitas fue enviado a las plantas procesadoras o a otros destinos para su comercialización. Foto: Miguel Febles Hernández

CUBITAS NO PERDERÁ SU SÍMBOLO
Despertar al otro día del ciclón y ver sobre el suelo un verdadero colchón de las toronjas y las naranjas que con tanto esmero atendieron para el inicio de la nueva cosecha, todavía impacta y sobrecoge a los trabajadores de la Empresa Agropecuaria y Citrícola Sola, en Sierra de Cubitas.

«Ese es el símbolo de este municipio y, por tanto, tenemos que darlo todo para que no se pierda», afirma Raúl Bárcenas González, director de la entidad, mientras sigue de cerca las labores de recogida de la toronja en la unidad básica de producción cooperativa Amistad Cuba-Argentina.

«Una parte se puede salvar y ya se envía a las plantas procesadoras o a otros destinos para su comercialización, pero un volumen importante es imposible recuperar, pues los frutos o están muy dañados o cayeron no aptos aún para recoger», dice José Antonio Ibáñez Soria, jefe de la finca integral Antonio Maceo.

Buena parte del cítrico caído en Sierra de Cubitas fue enviado a las plantas procesadoras o a otros destinos para su comercialización. Foto: Miguel Febles Hernández

Acostumbrados a sobreponerse a las adversidades, los citricultores se empeñan también en la chapea, la fertilización y la poda de saneamiento, para rehabilitar las viejas plantaciones y proteger las 260 hectáreas de fomento que garantizarán la permanencia del cítrico en las tierras rojas cubiteñas.

«Tenemos mucho trabajo por hacer, pero lo importante es no dejarse traumatizar e imponer una voluntad de victoria», sostiene Bárcenas González, decidido a mantener invariable, con los pies bien puestos sobre la tierra, el programa de desarrollo de la entidad en función de los intereses supremos del país.

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